Memoria: modelo para armar

Columnas Plebeyas

Argentina se ha posicionado como un modelo en materia de políticas de memoria y derechos humanos. Desde la década de 1980, con la celebración del juicio a las juntas militares y posteriormente, a partir del gobierno de Néstor Kirchner, con la reapertura de las causas judiciales que condenaron a miles de perpetradores, el país fue obteniendo el reconocimiento regional e internacional como un pionero en la lucha contra la desaparición forzada, la memoria y la reparación integral. 

Hace pocas semanas, México recibió la visita de importantes figuras del campo argentino de los derechos humanos. Victoria Montenegro, nieta apropiada por la última dictadura argentina y recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, presentó su libro Hasta ser Victoria. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, participó en las mañaneras del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el 21 de julio. Estela es una figura icónica para el movimiento de derechos humanos internacional, pues fundó la organización de Abuelas luego de haber sufrido la desaparición forzada de su hija Laura en 1977 y de iniciar la búsqueda de su nieto, Ignacio Montoya Carlotto (recuperado en 2014). Por último, en México también estuvo Horacio Pietragalla Corti, nieto recuperado en 2003 y actual secretario de Derechos Humanos en Argentina. Junto a ellos estuvo Maiky Gorosito, directora del Museo Sitio de Memoria ESMA, excentro clandestino de detención por el que pasaron miles de personas desaparecidas bajo el terrorismo de Estado en el puro corazón de Buenos Aires, al frente de todo mundo.

Lejos de ser una visita protocolar, el encuentro de estas personas con funcionarios, políticos y activistas en México permitió que se establecieran acuerdos de cooperación para el futuro asesoramiento del gobierno argentino en materia de derechos humanos, justicia y salud mental. En el marco de una crisis humanitaria sin precedentes en México, con más de cien mil personas desaparecidas, desplazamientos forzados internos y periodistas ejecutados o exiliados, el anuncio constituye un gesto contundente de la administración federal mexicana. Este acercamiento se suma a otras políticas creadas para la verdad y la memoria en México, como las comisiones de investigación sobre la guerra sucia y el caso Ayotzinapa, los mecanismos para la protección de mujeres y de personas defensoras de derechos humanos, la iniciativa de una ley de memoria, entre otras estrategias. 

Argentina se presenta como un faro en la búsqueda de verdad y justicia, un modelo para armar. Sin embargo, la historia reciente latinoamericana ha demostrado que a veces los mismos resultados se obtienen por caminos diferentes; o bien, que caminos similares conducen a destinos distintos. En ese sentido, el futuro de cooperación en materia de memoria se presenta desafiante para ambos países. Si México puede aprender mucho sobre los trayectos recorridos en el sur, Argentina, por su parte, podrá comprender con mayor sensibilidad política el pasado-presente mexicano, considerando cuáles son los obstáculos, interlocutores, campos de fuerza y contradicciones que lo alimentan. 

Memoria, verdad y justicia no son sólo un puerto de llegada.

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