La esperanza no es un sueño loco

Plaza de la Constitución S/N

Don Andrés Manuel:

No se te dimensiona de manera adecuada, la guerra mediática -siempre en tu contra, siempre en nuestra contra-, confunde y enrarece el ambiente. Una neblina que ofusca tu verdadero ser impide que se observe tu esencia.

Has dado todo por la gente, muchos no te lo agradecerán, para muchos seguirás siendo un demonio come-niño y viola-viejitas. Para otros, serás una figura mágica, mítica. Los astros se te alinearon; una suerte inusitada rodeó tus acciones, saliste victorioso de todo. Creo sospechar cuál es el secreto de tu éxito:

Cediste por completo a los deseos y necesidades de la gente, del pueblo pobre. Te entregaste a ellos para ser su voz; para ser usado por el grito desesperado de ayuda de tanta gente. Grito, súplica, para vivir en paz, con salud, en armonía, sin vejaciones, con futuro. Te entregaste en cada una de tus decisiones. No viste por ti, te borraste para ti mismo. Quizás haya sido un poco injusto para tus hermanos, para Beatriz y para tus hijos. Te despegaste tanto de este mundo en esa jugarreta de vestirte de todos que quizás les hayas resultado bastante ajeno a los tuyos. Al renunciar a ti, en parte renunciaste a ellos también, para vestirte en cambio de todos nosotros. No había manera de perder si estabas representándonos a todos. Tarde o temprano, todas las jugarretas de los que nos roban serían derribadas. Ahí estarías tú, terco, empecinado, como la vida misma. Sin esa determinación inquebrantable, irrenunciable, no lo habrías logrado, no lo habríamos logrado. ¡Cuántas vidas se han salvado gracias a ti! ¡Cuánta esperanza de futuro tan diferente tenemos ahora!

Muchos no comprenderán tu dimensión, muchos seguirán ofuscados por la cortina con la que siempre intentaron ocultarte los judas de nuestros tiempos. Parecerá de repente que esa ingratitud es la vida que paga mal tu sacrificio, pero para muchos otros eres y serás siempre un astro brillante completamente claro, sin duda alguna, un héroe de la Patria, el ejemplo viviente de un Gigante.

No te conformaste con vencer al enemigo; sino que te concentraste en formar nuevas generaciones. Siempre varios pasos adelante en favor nuestro, eso también te lo agradezco. ¡Sí hay relevo generacional! Claudia ha comprendido plenamente ese arte de renunciar a sí misma para entregarse a otro. Lo atestiguo con cierto dolor por ella, por los suyos, pero con un gran alivio de saber que no te vas, tu esencia y tus enseñanzas continúan, esa gran dicha de ver que una vida en sociedad es posible, dichosa y sin violencia.

Gracias a ti, y a los que renuncian a todo para vestirse de pueblo, es que muchos encontramos que esta vida vale la pena de ser vivida definitivamente. Aunque todo parezca ir en contra, aunque todo parezca imposible. La mejor lección fue el ejemplo, te vestiste de nosotros y así todos juntos vencimos la peor de las adversidades. Lo hemos aprendido, no nos volverán a someter.

Te observo a la distancia, te acompaño en todas las mañaneras. Tomo el teclado para defender, desde mi humilde trinchera, esta lucha por nosotros, por el pueblo. Nunca estuviste solo, fuiste nosotros mismos.

Sé que no me leerás ni sabrás nunca quién soy, comprendo que eso no es lo importante, sino lo que yo he cambiado gracias a ti, lo que los demás han cambiado, aprendimos a tener esperanza y saber que tenerla no es un sueño loco, sino una realidad plausible. Nuestra esperanza de país se ha transformado.

Gracias Don Andrés Manuel.

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