Juicio contra García Luna: Quinta audiencia

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Según declaraciones del testigo protegido, Israel Ávila, los hermanos Pineda, activos del Cártel de Sinaloa, le comentaron: No trabajamos para García Luna, él trabaja para nosotros.

Imagen tomada de la conferencia de prensa del Gobierno de México.

CIUDAD DE MÉXICO (Sentido Común). – El pasado 31 de enero se llevó a cabo la quinta audiencia en el juicio contra el ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en la Corte del Distrito Este de Brooklyn, Nueva York, con Adrián Ibáñez, agente de inteligencia de la DEA, como primer testigo.

Interrogado por la fiscal Erin Reid, Ibáñez explicó que, en el año 2007, mientras trabajaba en México como agente de la DEA, fue notificado sobre el arribo de un cargamento de 23 toneladas de cocaína al Puerto de Manzanillo en Colima, motivo por el que alertó a la entonces Policía Federal. Durante el operativo para decomisar el cargamento, elementos de la Marina y agentes del puerto, confirmaron la existencia de las 23 toneladas de cocaína y procedieron a su quema. Ibáñez aseguró que este cargamento ha sido el más grande de la historia.

Por su parte, la fiscalía buscó que el testimonio de Ibáñez corroborará las declaraciones de El Lobo Valencia, quien había testificado un día antes. Por otro lado, durante el contrainterrogatorio, la abogada defensora Valerie Gotlib preguntó si el agente había compartido la información con alguna otra agencia además de la Policía Federal y si la DEA había participado en el decomiso. Sin embargo, Ibáñez explicó que únicamente notificó a la Policía Federal y que el papel de la DEA fue apenas de intercambio de información, dejando que la Marina con presencia de agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) realizara el decomiso.

El siguiente testigo fue Raúl Arellano Aguilera, expolicía federal del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), quien describió las irregularidades que vio en el AICM entre 2007 y 2010. Una o dos veces por semana, declaró Arellano Aguilera, recibían órdenes vía radio en las que se les decía: “Todos en 35 hasta 45”. Lo cual significaba el cese en las inspecciones de equipaje que llegaba al aeropuerto hasta nuevo aviso.

Asimismo, afirmó que entre sus compañeros existía un grupo de al menos 20 personas que era conocido como “el Grupo Especial” y que gozaba de privilegios como llegar tarde o faltar al trabajo. Este grupo se retiraba de la vigilancia cuando recibía la orden y regresaba una o dos horas después. Era conformado por el comandante Israel Espinoza, los oficiales José Luis Martínez y Mario Nieto, entre otros, quienes durante la hora de comida hablaban sin ninguna discreción y decían que la maleta había “pasado sin problemas”, afirmó Aguilera.

También relató la visita de los jefes de varios aeropuertos como el de Tijuana, Toluca, Guadalajara y Cancún, en ocasiones con maletines, a la oficina de Oscar Moreno Villatoro, quien fuera director general de aeropuertos. En ese contexto, contó que, en una ocasión, el jefe del aeropuerto de Toluca, al tropezar con una persona, dejó caer de su maletín varios paquetes de dólares. En el mismo sentido, mencionó que algunas veces los miembros del Grupo Especial comentaban que los jefes estaban contentos porque recibían su parte, refiriéndose a García Luna, Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño.

En el contrainterrogatorio, el abogado defensor, César de Castro, cuestionó al testigo sobre las visitas que tuvo de parte de la fiscalía durante la preparación para este juicio y preguntó si sentía celos, rencor o envidia hacia García Luna y Cárdenas Palomino por ser personas jóvenes en tan altos cargos sin haber sido formados por una institución policial como lo fue el propio testigo, insinuando así que son esos los verdaderos fundamentos de su alegato.

El siguiente testigo fue Israel Ávila, testigo protegido que fungió como contador de los hermanos Pineda Villa. Interrogado nuevamente por Erin Reid, Ávila explicó que en 2005 él era un agente de bienes raíces en el Estado de Morelos y que entre sus clientes se encontraban los hermanos Mario y Alberto Pineda, quienes se identificaban como agentes de la AFI. Fue así como en 2006, continuó el testigo, rentó una casa a los hermanos Pineda, misma que le fue decomisada al comprobarse que se cometió un asesinato en su interior. Cuando se reunió con los hermanos Pineda para hablar de este asunto, estos le revelaron que eran miembros del Cártel de Sinaloa y afirmaron que no trabajaban para García Luna, sino que él trabajaba para ellos.

Además, Ávila confirmó algunas de las declaraciones hechas por el Grande como es el caso del secuestro de García Luna orquestado por Arturo Beltrán y el arresto del Rey Zambada organizado por el mismo Grande disfrazado de agente federal de la SEIDO. Agregó que en esa detención, el gobierno quería cambiar a Zambada, por lo que Arturo Beltrán ordenó a Ávila que le hablara a un periodista -cuyo nombre no reveló- y que este difundiera lo que estaba pasando impidiendo así el cambio planeado por las autoridades.

Finalmente, el testigo declaró que fue arrestado en el Estado de Texas en 2012 y que ha cumplido 10 de los 15 años de su sentencia. También dijo esperar un beneficio por este juicio, pero señaló que había pedido su traslado a una cárcel mexicana, que se lo concedieron y que se retractó para poder participar en este juicio.

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