El sexto testigo cooperante fue Harold Mauricio Poveda Ortega, alias “El Conejo”, quien declaró que trabajó como enlace entre los grandes narcos colombianos y los mexicanos.
CIUDAD DE MÉXICO (Sentido Común). – El pasado primero de febrero se llevó a cabo la sexta audiencia del juicio en contra del ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en la Corte del Distrito Este de Brooklyn, Nueva York.
Una vez más, la audiencia comenzó con el contrainterrogatorio al testigo protegido, Israel Ávila, otrora contador de los hermanos Pineda. Por su parte, el abogado defensor enfrentó dificultades para obtener del testigo respuestas concretas, incluso el juez Brian Cogan intervino para solicitarle a Ávila que se limitara a responder sí o no. Finalmente, Israel Ávila aceptó que no conocía personalmente a García Luna y que tampoco había leído su nombre completo en los libros de contabilidad del Cártel de Sinaloa, sino apenas sus apodos “El Metralleta” y “El Tartamudo”.
Florian Miedel buscó descalificar las declaraciones de Ávila alegando que no tenía sentido sobornar a personas cuyo puesto en el gobierno había terminado, aludiendo al cambio de administración en 2012. Sin embargo, el testigo refutó que eso dependía de si el funcionario en cuestión mantenía o no contactos que pudieran ser útiles al cártel. Luego de esta declaración, la fiscalía interpuso una objeción para readmitir las primeras declaraciones de Ávila, quien afirmó que en 2016 sobornó a García Luna. Tanto fiscales como defensores hablaron en privado con el juez y llegaron a acuerdos que no fueron revelados. Tampoco fue revelada la identidad del periodista mencionado en la audiencia anterior, pues el abogado defensor nunca interrogó al testigo en ese sentido.
El sexto testigo cooperante fue Harold Mauricio Poveda Ortega, alias “El Conejo”, originario de Colombia, quien declaró que trabajó como enlace entre los grandes narcos colombianos y los mexicanos. Asimismo, afirmó haber entablado una relación de negocios con el Mayo Zambada desde el año 2000, al transportar cargamento de 100 y 200 kilos de cocaína a través de lanchas rápidas que llegaban a las costas del Pacífico mexicano desde Huatulco, Oaxaca, hasta Ixtapa-Zihuatanejo en el Estado de Guerrero.
Adicionalmente, el Conejo declaró que operaba entre Colombia y México, por lo que en una ocasión le tuvo que pedir ayuda al Mayo Zambada para volver a su país sin exponerse a las autoridades mexicanas. Fue así como Zambada se puso en contacto con su hermano Jesús, alias “El Rey Zambada”, y le pidió que despachara al Conejo devuelta hasta Colombia. Poveda aseguró que el Rey lo llevó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y lo puso en manos de dos policías que los escoltaron hasta el avión sin pasar por migración.
Del mismo modo, continuó el Conejo, cuando inició una guerra entre los narcos colombianos Wilber Varela y Diego Montoya, Zambada lo apoyó para regresar a México, pues temía por su vida. De regreso en el país conoció a Arturo Beltrán Leyva a quien se refirió como “mi tío Arturo Beltrán Leyva”, pues afirmó que con él tenía una relación de padre e hijo. Luego, tras ver un vídeo del operativo que la Policía Federal llevó a cabo en su mansión, en el Desierto de los Leones, Poveda lloró en el estrado.
Posteriormente, el testigo cooperante acusó a Jesús Reynaldo, el Rey Zambada, de ordenar a la Policía Federal que hiciera un operativo para detenerlo, del que alcanzó a escapar por la parte trasera del inmueble. A cargo del operativo, aseguró el Conejo, estaban los mandos de la Policía Federal y Víctor Garay, quienes obligaron a dos de sus empleados a entregarles 500 mil dólares para dejarlos en libertad.
Con voz entrecortada, Harold Mauricio Poveda, afirmó que el Rey Zambada le hizo ese mal en medio de la guerra entre los líderes del Cártel de Sinaloa, con Joaquín Guzmán Loera e Ismael Zambada en un bando y los Beltrán Leyva y Los Zetas en el otro. Tras la detención del Rey Zambada, miembros del Cártel de Sinaloa le pidieron miles de dólares para pagar a medios de comunicación, con el objetivo de que dieran la noticia de su arresto y así la policía no pudiera liberarlo.
Por cuestiones de tiempo, el abogado defensor, César de Castro, no pudo continuar con el contrainterrogatorio, por lo que continuará este dos de febrero.