John Wick: Mundo imposible pero necesario

Columnas Plebeyas

La realidad no es más que una ficción que todos acordamos seguir —o que alguien acordó por nosotros— para poder tener interacciones afortunadas y comunicación efectiva. Cada nación… no, qué digo nación, cada comunidad grande o chica tiene sus dinámicas de convivencia, cuya estructura, si se rompe, crea un efecto de alarma entre los que rodean a quien la rompe —o una admiración hacia él, en el mejor de los casos. Es esto lo que le demuestra Morfeo a Neo en la primer entrega de Matrix, cuando el personaje que interpreta Keanu Reeves hace cosas que le parecen extrañas a la sociedad que lo rodea: comienza a haber lo que pareciera una voluntad cósmica que busca aprisionarlo y sujetarlo a las leyes que rigen al resto.

Un ejemplo muy claro de lo que llamamos “la vida real” es el siguiente: si sacamos a una persona de Polanco —colonia de poder adquisitivo alto de la Ciudad de México— que se pasea con su perro y su hija en una tarde de domingo con un helado, y la colocamos en un barrio de poder adquisitivo igual de alto en Arabia Saudita, la gente inmediatamente se va a alarmar por observar algo fuera de lugar, algo que no debería ser así: esa actitud, vestimenta, acompañamiento, todo está fuera de lugar. ¿Esto significa que es malo o falso?

En la película The Dark Knight, de Christopher Nolan, el Guasón se lo dice a Dos Caras: “nadie entra en pánico cuando las cosas van según el plan. ¡Incluso si el plan es horrible! Si mañana le digo a la prensa que le dispararán a un pandillero o que volarán un camión lleno de soldados, nadie se asustará, porque todo es parte del plan. Pero cuando digo que un pequeño alcalde morirá, bueno, entonces todos pierden la cabeza”.

El principio expuesto por el payaso de Ciudad Gótica aplica de forma perfecta para hablar de incomprendidas piezas de alto nivel artístico, como John Wick 4. Muchos críticos —tanto especializados como personas de a pie— simple y sencillamente no pueden concebir que un filme de acción como este pueda ser siquiera comparado con películas como Tár, solamente porque no se supone que deba de ser así, no se supone que deba ser mejor. Aunque si hablamos de cine, John Wick 4 es infinitamente mejor en todos los apartados —si acaso en lo único que no es en actuación, y lo pongo en duda porque en esta cuarta entrega de la saga todos hacen exactamente lo que la película requiere, y guion, en lo que también tengo mis dudas. La confección de la realidad son meros supuestos que se van reafirmando con el paso del tiempo y cuya validez sólo se basa en el consentimiento de una comunidad. Esto hace que el argumento de que una pieza es mejor porque no usa recursos de una ficción imposible en la vida diaria sea sumamente patético y más bien habla de narcisismo y de la necesidad de sentirse superiores de quiene lo creen y pronuncian.

La fotografía, coloración, diversidad de expresiones artísticas, como la danza, arquitectura, pintura, vestuario, maquillaje… ¡Todo está ahí!, John Wick 4 es la confección de una gran pieza que expone todo aquello que es sublime, además de que lo hace desde la que pareciera la típica narrativa de una película de acción, pero si algo no puede decirse de esta película es que sea típica. A diferencia de Tár, que no entiendes ni un ápice de la película si no escuchas los diálogos de horas, John Wick se cuenta hermosamente por sí sola, y además emociona de forma profunda a aquellos que entienden que el cine es ficción y desde ese entendimiento confeccionan la ficción que siempre desearon y que es imposible que llevemos a cabo en el “mundo real”, ese que, como mencionamos arriba, ni siquiera existe. En cambio, estas cintas van más allá, imaginan lo que nadie más puede y nos regalan algo tan hermoso.

John Wick: un mundo imposible, pero necesario.

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