El poder de las mayorías y el miedo: fórmula peligrosa

Columnas Plebeyas

Las izquierdas en México venimos de historias de abusos, derrotas y represiones. Haber llegado al poder, ahora, con una mujer, es una victoria que festejamos. Sin duda, algunas estamos conscientes de que también implica mucha responsabilidad. Por ello, tengo la sensación de que esto trajo consigo un miedo al riesgo real de que el proyecto de transformación se vea afectado por estrategias políticas ruines de grupos con poder económico y mediático en México que, al ver sus intereses afectados, usan las redes y los medios de comunicación para tergiversar información, difundir medias verdades y, en ese sentido, mal informar. La estrategia es vieja y ha sido utilizada en otras ocasiones con relativo éxito, por ejemplo en 2006, cuando se difundió el slogan de que “López Obrador es un peligro para México”. 

Ante esta situación, percibida como amenazante por la izquierda ahora en el poder, y en aras de proteger el proyecto anhelado por el que muchas y muchos lucharon por años —en el cual, incluso, se perdieron vidas de personas queridas—, una parte importante de la cuarta transformación está actuando de manera engreída e impositiva, haciendo poco eco de las críticas internas y de las opiniones no alineadas de simpatizantes o militantes morenistas acerca del contenido de algunas reformas constitucionales, pero sobre todo de las formas y métodos con que se han concretado. 

Considero que esta es una defensa reactiva del proyecto, impulsada por el miedo y la petulante facilidad de “poder hacer” lo que se quiera con la mayoría en el Congreso de la Unión: una fórmula peligrosa. 

Me preocupa que esta actitud riesgosa se instaure como un remedio en la cuarta transformación, en lugar de que se fomenten estrategias de debate propositivo y escucha al interior de las propias izquierdas, tanto internas como externas a la militancia del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y al gobierno. 

Si pensamos más allá de este sexenio, para la continuidad de nuestro proyecto político y su plena consolidación veremos que estas acciones, en vez de protegerlo, podrían estar construyendo el camino de retorno de las derechas, como ha sucedido en otros países de América Latina. El ejercicio del poder del Estado que se piensa desde algunos feminismos implica la capacidad de la humildad y la empatía, así como de la flexibilidad con firmeza, entre otras virtudes. Tendríamos que ser capaces de recapacitar a tiempo antes de que sea demasiado tarde. 

“Nosotros (nosotras) no somos iguales” dijo el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador. Es momento de actuar en consecuencia. Recordemos que las mayorías pueden convertirse en minorías, ¡de allí venimos!

Es imperante escuchar, reflexionar, dialogar con respeto y consideración, lejos de posturas excluyentes y maniqueas, en aras del beneficio de todas y todos, además de hacerlo incluso con quienes muchas veces no estamos de acuerdo.

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