El gambito de la Ciudad de México

Columnas Plebeyas

En las últimas semanas, en la Ciudad de México se ha intensificado la promoción de los aspirantes para coordinar los comités de defensa de la cuarta transformación a nivel local. Para cumplir con sus objetivos, se han visto distintos esfuerzos por parte de todas las personas que participan el proceso para promocionar figuras en actos que oscilaron entre cierta originalidad para la consecución de esos fines, alejados de la política tradicional, como la donación y distribución de libros en una icónica combi; y las acciones más asociadas a la vieja escuela, como los eventos masivos, regalar gorras y cobijas, entrevistas en medios corporativos, entre muchas otras cosas.

La convocatoria a las y los suspirantes menciona: “Queda prohibido el uso de campañas dispendiosas y anuncios espectaculares; (…) Quienes hayan visto publicidad de su persona en cualquier forma deberán deslindarse pública, política, financiera y jurídicamente de cualquier tipo de campaña dispendiosa (espectaculares, pinta de bardas, lonas”, etcétera. Las instrucciones fueron fijadas no sólo en aras de tener una competencia interna justa y equilibrada, sino para evitar violaciones a la ley electoral. 

Quisiera aclarar de antemano que mi intención en la presente columna no es vilipendiar a algún candidato en particular. Sucede que, como simpatizante chilango del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que soy, observo el tablero político de la ciudad en su conjunto y encuentro una posible jugada de la derecha que siento que casi nadie ha visto —o no ha querido ver. Un gambito, en la jerga del ajedrez, consiste en una apertura en la que un jugador sacrifica una pieza para obtener una posición favorable. Explayo mi análisis a continuación.  

Huelga decir que, principalmente entre la candidata puntera y el que encabeza las preferencias al momento, las instrucciones de la convocatoria no se han cumplido, por decir lo menos. Kilómetros de bardas fueron pintadas en toda la ciudad con sus respectivas consignas. Toneladas de pintura y espacios que cuestan dinero; y nadie se ha tomado la molestia de aclarar la procedencia de los recursos empleados en ello.

 El medio Eje Central (propiedad de Raymundo Riva Palacio y, anteriormente, de Julio Scherer Ibarra, quien fuera casualmente hijo político de Javier García Paniagua) ha pagado múltiples anuncios espectaculares promocionando una entrevista con Omar García Harfuch. De igual manera, incluso antes de que comenzara formalmente la contienda, un medio desconocido por la mayoría, P4Triotas empezó a pagar anuncios espectaculares impulsando un artículo acerca de Clara Brugada Molina. Si bien no hablamos de anuncios espectaculares pagados directamente por los susodichos, quienes son capaces de deslindarse de ellos a través de una leguleyada, cabe preguntarse por qué estos medios han tenido tamaña generosidad con ambas figuras, puesto que tales posicionamientos mediáticos cuestan, en sí, varios millones de pesos. Además, hay que recordar que las autoridades electorales tienen capacidad de interpretación. Por lo cual, estos actos pueden ser sujetos a una investigación rigurosa por parte de las autoridades competentes.

Las miles de lonas que tapizan la ciudad también cuestan dinero, y no precisamente poco. Incluso, las nuevas lonas del hijo de Javier García Paniagua tienen el atrevimiento de incluir el logotipo del partido político Morena. De la misma forma, se han repartido miles de bolsas alusivas a Harfuch con gorras y folletos. Ambas prácticas, por razones evidentes, menguan las condiciones de competencia política en la interna del partido guinda.

En cuanto al llamado en la convocatoria a deslindarse de los “actos dispendiosos”, Omar no ha hecho pronunciamiento alguno. En cambio Clara hizo un señalamiento en Twitter (ahora X) el 8 de octubre, más de dos semanas después del inicio de la inundación de propaganda en favor de su lado. Cabe decir que, tras su afirmación, la propaganda, en lugar de menguar, se intensificó. Además de ser un acto estrictamente personal, lejos de “deslindarse pública, política, financiera y jurídicamente” —como exige la convocatoria—, atiende los lineamientos sólo de manera parcial.

A raíz de lo presentado, externo mi preocupación acerca del silencio al interior de Morena de cara a la violación sistemática de los principios de austeridad republicana y de rechazo a la politiquería. Muchos referentes de nuestro movimiento en general, y del partido en particular, se encargaron de señalar las sistemáticas violaciones a la ley electoral durante las elecciones presidenciales de 2012, alegando que invalidaban la elección; sin embargo, ante una situación similar al interior de nuestro movimiento parecen tener una ceguera selectiva. 

La misma ceguera selectiva padecen, quizás, los medios corporativos. Pocas plumas de la derecha han alzado la voz ante la situación actual. Esto llama la atención, pues no suelen perder oportunidad alguna de criticar al movimiento de transformación. Lo anterior permite sospechar que esa ceguera selectiva opositora forma parte de una jugada que mira más allá del proceso de selección interna y apunta a desequilibrar a Morena en los comicios capitalinos de 2024.

Atendiendo a la variable de género ,es muy probable que, gane quien gane la encuesta, Clara Brugada sea la coordinadora de los comités de defensa. Recordemos que la decisión de género de un partido es irrevocable. Si el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), como ya hicieron en Michoacán y Guerrero por cuestiones administrativas en 2021, deciden tumbar la candidatura de la exalcaldesa bajo perspectivas legales, Morena y sus aliados se verían obligados a presentar como candidata a Mariana Boy, la única que pierde en todos los careos frente a los candidatos de oposición. 

De eso va el gambito del poder electoral: permiten hacer propaganda indiscriminada, con la que un par de corcholatas sienten que toman el control del tablero, pero no ven que podría tratarse de una pieza que sacrifica el INE a cambio de comerse a la torre Brugada o al caballo Harfuch.

Una vez que he evidenciado al elefante en la habitación, no puedo hacer nada más que un llamado a la congruencia.          

Compartir:
Cerrar