Dinastía y partido enlazados rumbo al ocaso

Columnas Plebeyas

La campaña para elegir a la gobernadora del Estado de México está llegando a su tramo final. Pero, más allá de los apellidos de las candidatas Del Moral y Gómez, existe otro que ha estado ligado a la historia política del estado y que pronto añadirá un párrafo más a su abultada historia: Del Mazo.

El apellido Del Mazo se liga de inmediato con el denominado Grupo Atlacomulco, una forma de llamar a una red de influyentes y poderosos priistas que ha movido los hilos de la política en la entidad por décadas. La historia política de la dinastía Del Mazo comenzó con el bisabuelo del actual gobernador, Manuel del Mazo Villasante, quien precisamente fuera presidente municipal de Atlacomulco. Pero la irrupción de la familia en las esferas más altas del poder llegó con Del Mazo abuelo, Alfredo del Mazo Vélez, quien ocupó varios puestos en la administración pública para luego convertirse en gobernador en 1945.

Del Mazo Vélez fue una figura cercana al presidente Miguel Alemán, a quien no le tembló la mano para marginar cualquier expresión del cardenismo y el avilacamachismo. Del Mazo abuelo soñó con que su amistad con el mandatario le abriera la posibilidad de contender por la candidatura presidencial, aunque nunca pudo rivalizar con personajes como Ramón Beteta o Adolfo Ruíz Cortines (quien eventualmente se convirtió en presidente de México).

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) entonces tomó un rumbo definitivo para consolidarse como el actor político fuerte del siglo XX. El partido aplastó las críticas del movimiento obrero y campesino, aseguró el control político a través de centrales y confederaciones, y armó una red para la renovación de liderazgos que permitió jugar el juego de la no reelección.

La carrera política de Del Mazo padre, Alfredo del Mazo González, comenzó en cambio en varios puestos de la administración federal. Sin embargo, fue impulsado como gobernador del Estado de México en 1981 para frenar la creciente influencia de Carlos Hank en el poder político y económico. Del Mazo padre fue el encargado de implementar en el estado la política neoliberal, de moda en el mundo e impulsada desde la presidencia por Miguel de la Madrid.

Eventualmente, Del Mazo González retornó a la política nacional al incorporarse al gabinete presidencial como secretario de Energía y Minas en 1986, convirtiéndose así en uno de los seis tapados en busca de la candidatura presidencial del PRI rumbo a la sucesión de 1988. Fue una puja entre políticos y tecnócratas, con el desenlace por todos conocido: Carlos Salinas de Gortari se convirtió eventualmente en presidente de México y los neoliberales se apoderarían definitivamente del PRI.

Del Mazo González es recordado porque en aquel dedazo de 1987, al enterarse de que no sería candidato presidencial, felicitó pública y erróneamente a Sergio García Ramírez. El desliz —“error, efecto de un engaño, acto de despecho o expresión de un forcejeo”, como expresó el periodista Miguel Ángel Granados Chapa— le costó a Del Mazo padre la salida a la embajada mexicana en Bélgica. En 1997, Del Mazo padre compitió por la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal, pero perdió ante Cuauhtémoc Cárdenas.

Hoy el PRI enfrenta una nueva sucesión en el Estado de México, al tiempo que se juega su viabilidad como partido nacional. El gobernador Alfredo del Mazo Maza ha conducido un gobierno sin exabruptos, sin muchas noticias buenas, pero tampoco demasiados escándalos. Sin embargo, la degradación del otrora partido fuerte lo ha dejado en una posición muy débil, con poco margen para influir en su sucesión.

Si el PRI pierde el Estado de México habrá algo incluso poético y trágico por la forma en que se han entrelazado la sucesión del poder en este estado, el apellido Del Mazo y la historia del PRI. Incluso ganando Coahuila, el PRI gobernaría a menos del 4% de la población del país, por lo que su destino sería más parecido al del Partido de la Revolución Democrática (PRD), inexistente en muchos estados, testimonial en varios otros y dependiente hoy del discurso panista.

Una dinastía y un partido entrelazados hasta el ocaso.

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