¿Cuántos partidos hay en realidad en México?

Columnas Plebeyas

Aunque durante al menos dos décadas los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) negaron ser lo mismo y hasta aparentaron trabajar como oposición, contraponiéndose en asuntos marginales, ahora que enfrentan un proyecto de nación radicalmente diferente al suyo finalmente se quitaron las máscaras y van aliados junto con ese zombie llamado Partido de la Revolución Democrática (PRD). El sistema de partidos de la así llamada transición a la democracia estuvo conformado formalmente por tres partidos mayoritarios, con algunos otros partidos conocidos como bisagra, porque podían ser el fiel de la balanza para ganar una elección, restarle votos a un antagonista y aprobar reformas constitucionales y leyes secundarias. En algunos casos se aliaban con el PRI y, en otros, con el PAN o el PRD. Precisamente en su condición minoritaria radicaba su fortaleza, pues podían transar su pequeño porcentaje de votos y escaños a cambio de mantener su registro —la primera regla de oro de cualquier organización es garantizar su propia supervivencia— y obtener algunas otras prebendas, como presupuesto, leyes a modo y contratos. Algunos de estos partidos han sido el Verde, del Trabajo (PT), Movimiento Ciudadano y los afortunadamente extintos Nueva Alianza y Encuentro Social. 

Precisamente por estas alianzas que hacían estos partidos morralla con los partidos mayoritarios es mejor hacer un análisis del número efectivo de partidos (NEP), con el fin de ponderarlos por su fuerza, entendida como el porcentaje de la votación o escaños que hayan obtenido, según sea el caso. Para este ejercicio, utilicé el método de Golosov. Así, durante el llamado régimen de la transición, en promedio hubo 2.6 partidos en la Cámara de Diputados, en las legislaturas de 1997 a 2015. Ese 0.6 seguramente muchas veces fue atribuible al hermano menor, el PRD. En 2006 y 2012, alcanzó su máximo, con 2.8, y sus mínimos fueron en 1997 y 2009. No es casualidad que el NEP se haya incrementado en los dos años en que hubo también elecciones presidenciales en las que participó Andrés Manuel López Obrador como candidato y en donde hubo más en juego que en las intermedias. En el caso de las elecciones presidenciales y en la conformación del Senado, el promedio de partidos efectivos durante los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto fue de 2.8, con un máximo de tres con el michoacano. 

No obstante, con el tsunami electoral de 2018, el NEP en la Cámara de Diputados bajó a 1.3, en la presidencia a dos —para nadie fue sorpresa que había sólo dos proyectos, aunque hubiera cuatro candidatos— y en el Senado a 1.8. Si el PRIAN quería sobrevivir, tuvo que hacer válida la recomendación del presidente López Obrador y conformar, en los hechos, un solo partido opositor. Así, para 2021 el número efectivo de partidos en la Cámara de Diputados se elevó a 2.2. Ahora, lo que le falta a este partido es cambiar de nombre, porque sus siglas ya están muy quemadas, y articular un programa de gobierno que no se base en el simple odio a López Obrador. Puede ser abiertamente elitista, racista, homofóbico, misógino, neoliberal y antiderechos, pero programa al fin. 

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