Experiencia en la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García sede Cuetzalan, Puebla.
El índice de población indígena en México con rezago educativo en 2018 alcanzaba un 31.3 por ciento, mientras que en la población no indígena la cifra se reducía a un 15.4 por ciento, de acuerdo con el informe 2020 de evaluación de la política de desarrollo social del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Es decir que el rezago educativo en la comunidad indígena duplica al de la población no indígena. El mismo informe arroja que una de cada cinco personas indígenas tardaría más de dos horas en llegar a un hospital en caso de una emergencia, lo que resulta ilustrativo de las dificultades para sus traslados tanto en materia educativa como de salud.
En un ejercicio que realizamos en julio de 2018 en el municipio de Cuetzalan, Puebla, observamos que de 200 estudiantes que egresan de los bachilleratos de educación a distancia solamente 20 pueden acceder a la universidad. Como reflexionaba uno de los participantes: “De los que estamos presentes, ¿cuántos pudimos ir a la universidad? La mayoría no ha podido, y eso ¿a quién le conviene?. que la mayoría de la población no pueda culminar todo el plan de estudios que quisiera tener la gente… Pues a quienes han controlado el país, a quienes han buscado que el gobierno y los presupuestos, más que servir a la población mayoritaria, sirva a los privilegiados”.
De 200 estudiantes que egresan de los bachilleratos
de educación a distancia solamente 20 pueden acceder a la universidad
En 2018 el licenciado Andrés Manuel López Obrador planteó como materia prioritaria la creación de 100 universidades en regiones con ciertas características, con miras a contribuir al bienestar y la igualdad social en municipios de alta y muy alta marginación.
La meta de tener 100 universidades ya fue rebasada, actualmente hay 145 planteles distribuidos en todo el país. En cada uno se escribe una historia muy particular, sin embargo muchos tienen una característica común: los terrenos que se han donado son de los campesinos de todo el país, como lo ha externado en distintos espacios la directora general del Organismo Coordinador de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (OCUBBJG).
En Cuetzalan esto es parte de la historia del predio donde se encuentra la sede de la Universidad:
Cuentan que un domingo un señor de Tepetzintan fue a la Casa Castillo, un comercio de Cuetzalan, a pedir que le fiaran un machete. El dueño, que lo conocía porque tenía un terreno junto al suyo, le dijo: “Te lo voy a fiar, pero, ¿cuándo me lo pagas?”. “Dentro de ocho días te pago”, le contestó.
A la semana fue el señor y le dijo al comerciante: “Fíjate que no tengo para pagarte. Quiero que me esperes más tiempo”. “¿Cuánto tiempo quieres que te espere?”, le preguntó el comerciante. “Un mes”, le contestó. Entonces le dijo el comerciante: “Esta bien, te espero. Pero tráeme la escritura de tu terreno que está pegado al mío”.
A la siguiente semana le llevó la escritura…Y así fue como el comerciante de Cuetzalan se quedó con el terreno del señor de Tepetzintan… a cambio de un machete.[1]
Historias así se multiplican en diferentes territorios como muestra de las muchas injusticias que nuestros pueblos han sufrido. En cuanto a este relato, el terreno del machete se pudo recuperar años más tarde, cuando la cooperativa compró el terreno y dispuso mediante asamblea que fuese destinado a la formación, para evitar que en el futuro se repitieran este tipo de abusos. En una fracción de este predio está erigida actualmente la sede de la UBBJ de Cuetzalan (en el terreno del machete).
El 25 de marzo de 2019 se abrió la Universidad en Cuetzalan, con la primera generación de estudiantes de la licenciatura en ingeniería en desarrollo regional sustentable. Es importante mencionar que las actividades académicas iniciaron en una sede alterna, en las instalaciones de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Desde esta fecha se han abierto nuevos ciclos, con seis generaciones hasta hoy.
En diciembre de 2019 se inició la construcción de la primera fase en la sede de Cuetzalan, Puebla, para consolidar instalaciones permanentes del OCUBBJG. Es importante mencionar que para el ejercicio de los recursos se forma una comisión de administración, donde participan de manera activa padres y madres de familia y los estudiantes, quienes operan los recursos para la construcción de los espacios. Después de seis meses de trabajo, mediante el mecanismo de obra social se concluyó la primera fase de construcción y el 10 de junio de 2020 los estudiantes llegaron a ocupar las instalaciones recién construidas. Cabe mencionar que para la obra se consideraron materiales locales y se incorporaron diversas ecotecnologías Como Cuetzalan es una de las regiones más lluviosas del país, la sede opera con agua de lluvia para todos sus procesos diarios. Así como el resto de las instalaciones del país, las universidades están adecuadas para brindar accesibilidad a estudiantes que así lo requieran.
Actualmente, en la sede de Cuetzalan hay inscritos 152 estudiantes del ciclo escolar 2022-2, provenientes de los municipios de Zapotitlán de Méndez, Huehuetla, Zacapoaxtla, Zaragoza, Tlatlauquitepec, Tenampulco, Ayotoxco de Guerrero, Jonotla, y la gran mayoría de diferentes comunidades del municipio de Cuetzalan; así mismo, algunos provienen de la capital de Puebla y la Ciudad de México, quienes supieron del programa a través de los mecanismos de difusión del gobierno federal.
La zona de influencia de la sede es la sierra nororiental de Puebla, en donde la población mayoritaria pertenecemos a los grupos originarios maseual náhuatl y tutunaku totonaco. En este sentido, en la universidad se atiende mayoritariamente al grupo náhuatl, a población mestiza y a población totonaca. A nivel nacional, se atiende a 45 mil 581 estudiantes en 145 sedes (y se proyecta llegar a 200), según el informe de avances del programa que presentó la directora general en la conferencia de prensa matutina presidencial del 7 de noviembre. Así mismo, la de Cuetzalan forma parte de las sedes contempladas para una segunda carrera relacionada con la salud, como informó la doctora Sosa Elízaga.
En el programa se trabaja con el modelo de kaleidoscopio,[2] que permite conectar la teoría abordada en el aula con el trabajo de campo, punto medular de la propuesta. Esta modalidad nos permitió trabajar de manera ininterrumpida durante las fases más críticas de la pandemia porque era más fácil que un docente se trasladara a una comunidad donde se reunía un equipo geográfico, es decir, estudiantes de todos los ciclos, que vivieran en torno a ese punto. Así, los docentes hemos participado de manera rotativa con los diferentes grupos de estudiantes de la sede.
El trabajo constante ha permitido fortalecer el vínculo con la comunidad en diferentes momentos. Dado que toda la formación está orientada al servicio de lo público, se contempla durante el programa de estudios la implementación de prácticas escolares y comunitarias que parten desde las necesidades de las comunidades. La vinculación con dos ayuntamientos con los que se ha firmado convenio y el programa Sembrando Vida de la Secretaría de Bienestar permite que las primeras generaciones realicen sus prácticas profesionales. En estos años de operación se han generado diferentes experiencias como resultado de la vinculación con las diferentes comunidades.
Ahora, queremos cerrar este ejercicio de compartir escuchando el proceso que están llevando las y los estudiantes.
Como estudiantes de la UBBJ, en la licenciatura en ingeniería en desarrollo regional sustentable y cursando el tercer ciclo, ocho estudiantes hemos decidido enfocar nuestras prácticas escolares y comunitarias en la localidad de Xiloxochico de Rafael Ávila Camacho, hasta concluir el octavo ciclo (último de la carrera).
En nuestro proceso de aprendizaje, el compromiso es poner en práctica las herramientas que vamos adquiriendo desde un diálogo respetuoso con la comunidad, siendo escuchas abiertos y dispuestos a analizar, identificar e investigar los procesos socioambientales y económicos que los determinan en la actualidad dentro de un todo, y siendo nosotros estudiantes parte de esta misma geografía, agentes transformadores con una visión crítica, ética y sustentable que reconoce el valor de su propio entorno.
Rocío Carolina Loa Rosales, estudiante de tercer ciclo
Para mí, la universidad significa trabajar un proceso de formación integral, ético, moral y social; también ha significado el espacio donde he descubierto el talento que tengo para trabajar en colectivo desde mi territorio; representa una oportunidad donde puedo aprender y desaprender. También, me prepara para después ayudar al territorio y que el territorio me ayude a mí.
Miguel Gomez Ponce Estudiante tutunaku de septimo ciclo
Existe históricamente una deuda pública con nuestros pueblos originarios, quienes, dicho sea de paso, hemos habitado los diferentes territorios desde antes de la configuración del Estado mexicano actual.
Ante esto, es notorio que para la instalación de las distintas sedes se ha considerado cubrir territorios de diversos pueblos; la sede de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García en Cuetzalan representa una esperanza para que las y los estudiantes se sumen al sueño de construir un proyecto de vida buena en la sierra nororiental de Puebla, y se espera que las autoridades correspondientes faciliten el trabajo comunitario y que la universidad contribuya a alcanzar los retos que se tienen en la región.
[1] Rosario Cobo, Lorena Paz Paredes y Armando Bartra, ¡Somos Tosepan!: 40 años haciendo camino, Ciudad de México, Unión de Cooperativas Tosepan y Circo Maya, 2018.
[2] Véase: https://framework-gb.cdn.gob.mx/applications/ubbj/documentos/kaleidoscopio.pdf