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Ordenar el futuro

La iniciativa de Reforma Constitucional a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución en materia de energía eléctrica, litio y otros minerales, presentada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador el 1º de octubre del 2021 es un acto de responsabilidad y visión republicana que da a la Nación soberanía energética, planeación en la transición hacia una economía con menos emisiones de gases de efecto invernadero, acaba con abusos y saqueos y garantiza la energía eléctrica y el internet para el bienestar de las presentes y futuras generaciones.

La exposición de motivos que presenta el presidente es de una enorme contundencia, pues no solo explica la gravedad de las secuelas de la reforma energética del 2013, sino describe cómo el sistema eléctrico ha violado los propios preceptos de esa reforma y la supuesta libre competencia que se establece en la Ley de la Industria Eléctrica, para beneficio de muy pocos, a costa de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sus usuarios, de los recursos públicos y con ello del pueblo de México.

La reforma de 2013 desintegró a la CFE en diversas empresas subsidiarias sometidas a decisiones externas, sin capacidad de planeación, ni rectoría sobre el sistema eléctrico nacional.

Las redes de transmisión y distribución están bajo control del Estado a través de la CFE pero convertidas en empresas autónomas regidas no por su director y consejo, sino por la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), que hasta 2013 fue parte de CFE y con la reforma convertido absurdamente en organismo autónomo.

El parque de generación de la CFE fue fragmentado de manera arbitraria en seis empresas subsidiarias autónomas, sujetas nuevamente a los organismos externos mencionados.

Se fragmentó también la subsidiaria de suministro básico y otra subsidiaria de distribución que antes estaban integradas en la gerencia de comercialización, también sujetas a decisiones externas.

Se creó la filial CFE calificados cuya función principal es la de comprar a los generadores privados para vender a los grandes consumidores.

Por si esta división en pedacitos no hubiese sido suficiente, se le impuso a la CFE el llamado “contrato legado” entre sus propias subsidiarias de generación y suministro básico con costos de energía que no recuperan sus costos reales.

Por si esto no fuera suficiente, la oferta de energía diaria de CFE al CENACE debe ser a costos menores del costo de producción.

Pero esto no es todo. A la generación a través de energías renovables producida por privados se les da la oportunidad de un despacho preferencial, pero a las energías renovables de la CFE no.

No suficiente con ello, a algunos generadores privados se les ha dado la oportunidad a través de la CRE de violar la propia Ley de la Industria Eléctrica de la Reforma Energética de 2013 para ampliar un esquema también ilegal que venían desarrollando gracias a una modificación de la Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica aprobada en 1992 en el periodo de Salinas de Gortari. En pocas palabras crearon una figura ilegal llamada sociedades de autoabastecimiento. Un productor privado que vende a un consumidor privado usando las redes de transmisión y distribución de la CFE sin un pago justo por porteo, llamándose socios en vez de productor y consumidor. Este sistema ya no debería haber continuado después de la reforma del 2013, pero se siguió promoviendo de forma ilegal y simulando una forma de mercado que no está permitida en la ley. El otro esquema es el de productor independiente, cuyo fin último es vender toda su energía a la CFE, pero en el nuevo esquema está vendiendo supuestos excedentes en el mal llamado mercado eléctrico, que no tiene casi nada de libre y sí mucho de amarrado.

Ninguna empresa en el mundo que produzca un bien o producto sería funcional si tuviese que estar dividida en pedacitos, sujeta a un régimen externo y bajo condiciones de mercado que la castigan y que se utilizan para beneficiar a otros; o sea, cuál competencia.

A consecuencia de este desorden, la CFE pierde decenas de miles de millones de pesos cada año, el sistema eléctrico pierde robustez y una planeación ordenada. De acuerdo con la exposición de motivos, los privados representan hoy el 62% del mercado, mientras que la CFE tiene plantas paradas y una desintegración que afecta su operación administrativa y operativa. Aun así, la CFE está invirtiendo en nueva generación y atendiendo emergencias como pocas empresas en el mundo y llevando electricidad a los rincones más apartados del país donde están los más necesitados.

Se preguntan de dónde saldrán los recursos para el desarrollo del sistema eléctrico pues de los miles y miles de millones que hoy le quitan a la CFE y de un esquema de financiamiento honrado y sostenible.

Todos queremos una transición energética hacia energías renovables que mitiguen el cambio climático y en México, con sus grandes recursos, tenemos mucho que aportar. Para ello, la electrificación, incluso del transporte, se hace cada vez más necesaria y ello implica la producción de baterías. El elemento químico más importante de la batería es hoy por hoy el litio, por ello el control de este mineral por la Nación para beneficio del desarrollo de la Nación y de un futuro sustentable para la humanidad, es fundamental.

Los intentos de que el libre mercado marque la gestión de los sectores estratégicos, en general no ha funcionado y ha provocado altos costos a la población, ahí está el último y reciente caso de España en el sector eléctrico. Muchos países en el mundo con altos niveles de desarrollo tienen empresas estatales estratégicas y las han tenido siempre. Eso ha beneficiado la inversión privada y el desarrollo incluyente. En este caso, se propone el fortalecimiento de la CFE y su participación en el 54% de la generación. Eso es para el bien de México, de su desarrollo, de la inversión privada y de la inversión pública, pero sobretodo del bienestar de su pueblo y del futuro de la Nación.

México entró tarde y mal al modelo neoliberal en el sector energético. Hoy tenemos la oportunidad de enderezar el rumbo. Ordenemos el futuro.

Un sistema energético sustentable de cualquier país debe cumplir con las premisas de soberanía, de autarquía energética, de reducir sus impactos ambientales y de promover desarrollo y bienestar. Eso es lo que está hoy en sus manos señores y señoras legisladores.

El llamado es a que hagan historia, como lo hicieron los legisladores del 1857, de 1917, de 1938, como lo hicieron los de 1960, dejemos atrás el vergonzoso capítulo del 2013 y entremos al nuevo capítulo acorde con los nuevos tiempos no solo de México, sino del mundo entero. Estoy segura que el pueblo de México los recordará y pondrá en el lugar de la historia que les corresponde en estos tiempos de transformación que mira a las presentes y a las futuras generaciones con una enorme esperanza en el porvenir.  Cumplamos nuestro compromiso con la historia y enunciemos al mundo, como dijo Don Jesús Silva Herzog al abanderar en Tampico el barco Cerro Azul en 1940: “[…] aquí estamos hoy, como hemos estado ayer y como estaremos mañana, siempre alertas para defender los legítimos y sagrados intereses de México.”  

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