¿Pluricriminales?

Columnas Plebeyas

A raíz de ciertos cambios de parecer en el legislativo, la propuesta de reforma electoral por parte del gobierno de México ha vuelto a posicionarse en el centro de la discusión pública. Dentro de las múltiples aristas que en ella se tocan, el tema de los escaños por representación proporcional o de circunscripción plurinominal es algo central, tanto en la reforma como en el discurso que la acompaña.

Diversos integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) hablan directamente de eliminar las y los plurinominales de ambas cámaras del legislativo. Por ejemplo, la doctora Claudia Sheinbaum subió un video a Twitter el 5 de septiembre de 2022 afirmando que la reforma los eliminaría. Existen otras infografías, que publican cuentas pro 4T en redes sociales, donde se explica que los plurinominales sólo cobran, son designados por sus partidos y no por la gente y únicamente sirven para fortalecer la partidocracia. De esa forma se les etiqueta desde ya como “pluricriminales”.

Sin embargo, trataré de contestar las siguientes dos preguntas. En primera instancia, ¿son las pluris tan perjudiciales para la democracia? En segundo lugar, ¿busca realmente la iniciativa de reforma político electoral propuesta por el gobierno acabar con las curules de representación proporcional?

Existen tres maneras de traducir los votos de la ciudadanía en escaños: la circunscripción uninominal, donde los ciudadanos de un distrito eligen un candidato por circunscripción; la circunscripción plurinominal, donde los ciudadanos votan por listas de candidatos que presentan los partidos y, con base en el porcentaje de votos, se designa a quienes se encuentran en la lista por orden de aparición; y, finalmente, un modelo mixto donde además de votar por un representante distrital que gana por mayoría, hay una cierta cantidad de escaños a repartir proporcionalmente entre los partidos con base en la votación total. El modelo del sistema electoral mexicano es, actualmente, mixto. Trescientos distritos eligen a sus representantes por mayoría relativa y 200 escaños están reservados para distribuirlos de acuerdo con los porcentajes de la votación a nivel nacional.  

Hace falta resaltar que en el caso de nuestra nación los escaños de representación proporcional son el resultado de una lucha democrática que llevaba a cabo la oposición al Partido Revolucionario Institucional (PRI) para lograr un sistema electoral con mayor competitividad. Esto se daba porque el partido predominante solía ganar prácticamente la totalidad de los distritos, pero quizás otro partido obtenía a nivel nacional un 15 por ciento de todos los votos, porcentaje considerable que con el sistema completamente uninominal no se veía representado de ninguna manera.  

Traduciendo la situación al presente, si vivo en un distrito donde el Partido Acción Nacional (PAN) es muy fuerte, pero quiero votar por otro partido, los escaños plurinominales permiten que mi voto no se pierda en un mar de panismo y tenga, aunque sea, una pizca de representación. Allí radica la importancia de la representación proporcional. 

Es técnicamente falso decir que el proyecto de reforma electoral erradicará las plurinominales. La reforma es más radical. Lo que se planea eliminar son los 200 escaños que se usan para la representación proporcional, pero también eliminar los distritos electorales y que la ciudadanía vote por las listas correspondientes a sus respectivas entidades. En otros términos, no se eliminan las pluris, sino que se plantea la transición de un sistema electoral mixto a uno de representación proporcional. 

Dicho sistema tiene sus virtudes y defectos, como todo sistema electoral. Sin embargo, la discusión en los medios y las redes sociales parece ser “pluris sí o pluris no”, en lugar de abordar esta arista de la reforma con la profundidad que amerita. Para una mayor efectividad en el discurso, ciertas personas cercanas al gobierno aprovechan el desprestigio —bien ganado— de las plurinominales para darle mayor peso a la necesidad de la reforma; mientras que la oposición más rabiosa abusa del mismo discurso para mostrar a la iniciativa de reforma como un atentado a nuestra democracia.

Quizás sería más conveniente tener discusiones más apegadas a la realidad, con más datos y menos falacias. Pero la calidad de la oposición en este país impide tener debates serios y fructíferos que escapen a la lógica dicotómica de “pluricriminal” / “Atentado contra nuestra preciosa democracia”.

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