Sobrerrepresentación o el lamento del monaguillo cordovés

Columnas Plebeyas

Los ya famosos paladines de la democracia, en particular Ciro Murayama, monaguillo de Lorenzo Córdova, han dedicado verborreicas columnas, entrevistas y artículos a explicar por qué, tras los resultados de las elecciones de junio, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) piensa sobrerrepresentarse. Es decir, hacerse de una mayoría calificada inmerecida en la Cámara de Diputados, a través de tramposas estrategias, que son una afrenta a nuestra democracia. 

Si pensamos abordar el tema, lo mejor sería aclarar qué significa la sobrerrepresentación y de qué maneras se da. Abordemos el tema desde el principio: existe sobrerrepresentación allí donde el reparto de escaños entre partidos en una determinada cámara del legislativo no se corresponde con sus respectivos porcentajes de votación.

Esta se da por un motivo en particular: los sistemas electorales tienen distintas formas de traducir los votos en escaños y existen algunos que favorecen particularmente la sobrerrepresentación. El sistema que más favorece la sobrerrepresentación es el uninominal puro, o donde únicamente se llega a la cámara por la vía de la mayoría relativa. Un sistema así favorece la sobrerrepresentación porque únicamente llegan los candidatos que ganan una demarcación.

Imaginemos un caso extremo en el que compiten cuatro partidos y en cada uno de los distritos los resultados favorecen al mismo, que gana por la diferencia mínima, un 25.1 por ciento. En ese caso, el partido ganador obtendría el 100 por ciento de los escaños pese a concentrar apenas una cuarta parte más la mínima del total de votos: una sobrerrepresentación del 74.9 por ciento. En este caso únicamente se habrían tomado en cuenta los votos ganadores. 

En otro extremo imaginemos un sistema sin sobrerrepresentación, de representación proporcional pura, porque los escaños se reparten conforme a las votaciones de manera proporcional. Retomando el ejemplo anterior, el partido que otrora hubiera obtenido el 100 por ciento de los escaños debería contentarse con apenas el 25.1 por ciento de los mismos, y el resto de los partidos se repartirían el 74.9 por ciento restante conforme a sus respectivos porcentajes de votación. En un sistema como el descrito, se toman en cuenta todos los votos, sin importar a favor de quién hayan sido emitidos. No hay sobrerrepresentación. Ahora bien, este sistema tiene también sus defectos: el principal es que se votan por listas nacionales de candidatos que son decididas enteramente por el partido, por lo cual los candidatos no representan a un territorio o a los votantes de un distrito, sino solamente a su partido.

Entonces, ¿existe la sobrerrepresentación que tanto acusan los intelectuales opositores? La respuesta corta es que sí. La respuesta larga es que sí, porque el sistema electoral mexicano, que tanto se dedicaron a defender los últimos años de cualquier intento de reforma, está diseñado para que exista la sobrerrepresentación. 

“En ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados por ambos principios que representen un porcentaje del total de la Cámara que exceda en ocho puntos a su porcentaje de votación nacional emitida”, dicta el artículo 54, fracción 5, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Esto significa que la sobrerrepresentación está contemplada y regulada en nuestro sistema. 

Ahora bien, ¿la configuración del congreso en la LXVI legislatura es anticonstitucional? Es decir, ¿Morena se está sobrerrepresentando por arriba del ocho por ciento? La respuesta es que no. Morena no está obteniendo más del ocho por ciento de su votación nacional emitida. La configuración de la cámara, por lo tanto, no es anticonstitucional. 

Entonces, ¿por qué se siguen quejando y llamando anticonstitucional el fallo del Tribunal Electoral? Porque Morena aprovechó lo que podría nombrarse un vacío legal: el artículo constitucional ya citado contempla la sobrerrepresentación de partidos políticos, no de coaliciones. Es un hecho que la coalición que integra Morena junto a los partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM) está sobrerrepresentada por encima del 8 por ciento, pero ninguno de los partidos políticos que la integran rebasa ese límite.

Por lo tanto, esta mayoría calificada no es anticonstitucional. Esto que el monaguillo cordovés denomina “mayoría artificial” es producto de una brillante estrategia legal-electoral que usó la coalición para aprovechar los defectos del sistema que los paladines de la democracia woldenberguiana juraban tan perfectamente haber diseñado.

La oposición llora por las “injusticias” de un sistema que se han negado a cambiar repetidas veces a lo largo del presente sexenio. La cuestión es que la mayoría calificada en el congreso es un hecho, por lo que no habrá límites por parte de los opositores, que rechazaban las iniciativas sin leerlas —y ahora se lamentan— para elaborar una reforma político-electoral. 

Queda por discutir el tema de la sobrerrepresentación y representación de las minorías en el legislativo, que en la propuesta de reforma del presidente no se encuentra contemplada como es debido. Por lo pronto, la reforma por venir nos brindará un sistema político electoral más justo, menos costoso y más democrático.   

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