Una de las críticas favoritas contra el presidente y su gobierno se debe a su famosa estrategia de seguridad y paz, resumida en la frase “Abrazos, no balazos”. La oposición descalifica, se burla y está siempre lista para reaccionar ante cualquier problema de violencia que haya en el país mofándose de la idea de que “con los abrazos” acabaremos con la delincuencia. Al ya conocido golpeteo constante en contra de la política de “abrazos, no balazos” recientemente se sumó la burla hacia la poderosa idea de Beatriz Gutiérrez Müller de incluir la lectura y los libros en la pacificación del país. Entonces, se burlan: “con libros y abrazos acabaremos con el crimen organizado en México”.
Durante sexenios y sexenios vimos repetirse la misma receta aparentemente infalible para conseguir votos: campañas llenas de populismo punitivo traducidas en propuestas como “más cárcel a los delincuentes”, “mano dura con ellos”, “la violencia se repele con más armas, de más y mejor calibre”, “cadena perpetua a secuestradores”, “castración química”, “pena de muerte”. Sin ir más lejos, es tan arraigada la idea de que la receta del populismo punitivo no falla que, como último recurso ante su muerte política inminente, al líder nacional del PRI (Partido Revolucionario Institucional) se le ocurrió hace unas semanas anunciar con bombo y platillo la propuesta de “posibilitar que las familias mexicanas estén armadas para defenderse por mano propia”.
Andrés Manuel López Obrador, desde su campaña para la presidencia en el 2018, acabó con la maldición del populismo punitivo, asumiendo incluso el costo de las consecuencias electorales que podría tener romper con una idea tan arraigada en el sentido común de la gente. A pesar de los riesgos electorales y de las burlas recurrentes de la oposición, el mandatario apostó y apuesta, con ferviente convicción hasta el día de hoy, por una estrategia absolutamente distinta: abrazos sí, balas no.
Los abrazos no son otra cosa, aunque no únicamente, que atender las causas de la violencia. Los abrazos buscan atender a los jóvenes como nunca habían sido atendidos; los abrazos son otorgar uno de los presupuestos más importantes del gobierno al gigantesco programa de Jóvenes construyendo el futuro, las nuevas universidades públicas, el Instituto de Educación Superior Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud, ambas en la Ciudad de México; los abrazos son el programa Sembrando vida y la firme decisión de nunca más darle la espalda al campo; los abrazos son el derecho en rango constitucional de la pensión para adultos mayores; los abrazos son el programa de Mi beca para empezar y los senderos seguros de la capital del país; los abrazos también son las acciones coordinadas de todos los niveles e instituciones de gobierno reunidos cada día a las seis de la mañana en Palacio Nacional y en varios de los estados gobernados por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); los abrazos también son invertir en la inteligencia y formación de la policía y la Guardia Nacional; los abrazos son la estrategia nacional de lectura y viceversa; los abrazos son fiscalías modernizadas y sensibles; los abrazos son haber elegido no capturar a Ovidio Guzmán a cambio de no generar muertes entre la población civil de Culiacán; los abrazos son las estrategias económicas para que, a pesar del difícil momento económico que vive el mundo, México se sostenga con empleos; los abrazos son generar un subsidio para que no suba la gasolina y se organicen ferias del bienestar que garanticen el abasto de alimentos entre las familias mexicanas; los abrazos son atender prioritariamente a los pobres; los abrazos son las estrategias de desarme voluntario; los abrazos son apostarle a la cultura comunitaria y equipar a las bandas de música de niños en Oaxaca; los abrazos son entender que la cárcel no resuelve nada como primera propuesta; los abrazos son una apuesta por la paz como el camino y no sólo como el fin.
Los abrazos y no los balazos están dando efectivos y visibles resultados, y quien no lo crea, ahí están los números.
Abrazos no balazos es, en resumen, una genialidad pedagógica y comunicativa más del presidente para sintetizar en una frase una propuesta, un enfoque, una estrategia integral que aborda el problema de la violencia y la seguridad en México. Una idea que, entre otras cosas, gracias a su provocación, tal como el presidente lo planeó, nos tiene hoy hablando de ella.