Sí existe un futuro donde hay agua para todos, sin necesidad de sobreexplotar ni contaminar las fuentes. Requiere de que con optimismo volvamos a plantear las reglas que rigen al sector.
De triunfar en las elecciones la doctora Claudia Sheinbaum, la llamada cuarta transformación subirá a un segundo piso y dará prioridad al agua, porque así lo exigen la gente y las circunstancias en las que nos encontramos. Estamos cruzando por una sequía prolongada que genera carencia, son cada vez más evidentes las amenazas del cambio climático y seguimos peleando con la sobreexplotación y contaminación de nuestras fuentes. Nuestro plan de nación requiere una gobernanza clara para el agua, con una visión para los siguientes 30 años.
Sí existe un futuro donde hay agua para todos, sin necesidad de sobreexplotar ni contaminar las fuentes. Requiere de que con optimismo volvamos a plantear las reglas que rigen al sector y que implementemos soluciones distintas, basadas en la tecnología, llevadas a cabo por una nueva generación de profesionistas.
Es un futuro en el que desarrollamos la infraestructura para sanear nuestros cuerpos de agua, para regenerala, para cuidar las fuentes y hacer un uso eficiente.
Cuando falta el agua, falta todo. En los hogares que falta el agua, todos los demás problemas pasan a segundo plano, y es por ello que las familias que tienen que preocuparse por conseguir agua limpia viven con una desventaja injusta.
La misma desventaja injusta se vive en el desarrollo de todo el país cuando se carece de agua, por la gran cantidad de actividades que la requieren como ingrediente básico, por ejemplo:
- La seguridad alimenticia. Toda la comida que se cultiva o se cría para consumo nacional o para exportación requiere de grandes cantidades de agua.
- El crecimiento económico. Las fábricas, los edificios nuevos, el desarrollo urbano son todos dependientes de que haya suficiente agua.
- La generación eléctrica. En México, el 12 por ciento de la energía que consumimos viene de plantas hidroeléctricas que usan el agua en presas para generar electricidad. De igual manera, las plantas de generación termoeléctrica (las que usan combustibles) requieren grandes cantidades de agua para la generación de vapor y el enfriamiento de sus procesos.
- La procuración de salud pública. Cuando no hay agua o la hay de mala calidad, se crean condiciones para que broten las enfermedades. Además, la falta de agua dificulta la atención médica en hospitales y centros de salud, pues de ella dependen para mantener la higiene y el funcionamiento de equipos médicos.
Empezamos el 2024 con menos agua con la que contábamos antes, ya que más del 80 por ciento del territorio nacional está pasando por una sequía que se ha prolongado durante tres años. Nuestro país es rico en agua, pero no está distribuida de manera pareja. Mientras el sur tiene una gran abundancia, padecemos de escasez por sequía en el centro y norte, donde se encuentran los mayores focos de desarrollo económico. Así que al mismo tiempo que en Baja California se tiene que desalar agua de mar por falta de líquido dulce, en las costas de Guerrero se formó, con una velocidad insólita, una tormenta que destruyó indiscriminadamente el puerto de Acapulco, derrochando en su camino millones de litros.
A primera vista, este problema podría parecer un simple caso de transferencia del recurso de un lado al otro, y existen casos particulares donde sí es posible. Sin embargo, no es tan sencillo.
Una limitante es el espacio que se requiere para almacenar grandes volúmenes de agua y otra, más profunda, es que el agua es parte del medio ambiente natural, y al moverla en volúmenes sustanciales, modificamos los ecosistemas.
México tiene 757 cuencas, grandes recipientes naturales sobre la superficie del país que recogen y almacenan el agua de lluvia; algo así como un sistema de drenaje natural que capta y transporta el agua de lluvia hacia los ríos, lagos, mares o acuíferos más cercanos. Al llevarnos el agua de una cuenca a otra, estos cuerpos, así como toda la vida natural, humana, animal y vegetal que depende de ellos, se ven afectados.
Al mismo tiempo, pase lo que pase, como un recurso vitalmente estratégico para el desarrollo del país, el agua no puede faltar, así como tampoco se puede dejar que destruya partes del país con inundaciones y tormentas.
Las sequías y los fenómenos hidrometeorológicos extremos han incrementado su intensidad con el cambio climático y nuestra estrategia nacional debe reconocer que las condiciones han cambiado desde 1988, fecha en la que ocurrió la última reforma en la gobernanza del líquido, con la creación de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
La transformación comienza con una revisión de las reglas del juego de manera que tengan sentido a partir de ahora y durante los próximos 50 años. Para que las cosas en su contexto actual tengan propósito:
- La Conagua debe ser fortalecida para que pueda cumplir con su encomienda política, técnica y financiera.
- El derecho humano al agua debe tener prioridad legal, al mismo tiempo que se reconoce al líquido como recurso estratégico para el desarrollo social y económico del país.
- Ninguna fuente debe ser sobreexplotada de manera sostenida. El artículo 27 de la constitución, que otorga a la nación la propiedad del líquido, debe ser respetado y fortalecido.
- Se debe integrar a la sociedad en la toma de decisiones que afectan las condiciones hidráulicas de su cuenca.
- El balance hídrico de cada cuenca debe ser una aspiración nacional para los próximos 50 años y la estructura legal nos debe encaminar hacia allá.
- El acaparamiento de agua a través de concesiones que la comercian en un mercado no regulado debe operar bajo el paraguas de la ley.
- Las responsabilidades en los tres niveles de gobierno en torno a la provisión del agua potable y saneamiento deben estar distribuidas de manera que los recursos y las tecnologías disponibles para resolver los problemas se puedan ejecutar efectivamente. Igualmente, se deben alinear los incentivos y la rendición de cuentas para recuperar las pérdidas en el uso agrícola y urbano.
- Las necesidades financieras para lograr transformar el sector deben ser coherentes con las políticas de cobro para los grandes concesionarios del agua y siempre con estricto apego al derecho humano al agua.
El despliegue de tecnología que requerimos para modernizar y hacer eficiente nuestro consumo consiste en:
- Medición en tiempo real y permanente en los puntos de entrega de agua y particularmente en las grandes concesiones del país.
- Monitoreo anual del estado de los acuíferos críticos del país y periodos más largos para aquellos que estén estables.
- Despliegue de tecnologías de riego tecnificado en los estados con mayor consumo (Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Hidalgo, Sinaloa, Sonora) y en zonas que comparten fuentes de agua con las grandes ciudades (Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México).
- Reforzar el Sistema Meteorológico y rehabilitar estaciones climatológicas fuera de servicio.
- Construir los mecanismos necesarios para que toda la información sea pública y de libre acceso.
El derecho humano al agua es también un derecho a agua limpia y potable. Para lograr generar, regenerar y limpiar los cuerpos del líquido necesitamos:
- Propiciar el cambio en las reglas para los municipios que no cumplen cabalmente su responsabilidad de tratar el agua. Esto por medio de la construcción de plantas de tratamiento que reciban el financiamiento necesario, así como los flujos para operarlas.
- Desarrollar e implementar las tecnologías para tratar y potabilizar el agua, así como para desalinizarla en donde sea necesario.
- Revisar y replantear la normatividad existente para que la regeneración sea una alternativa para recuperar acuíferos y abastecer de agua potable a las ciudades.
- Medir y monitorear la calidad de líquido en el país con disciplina y rigor. Integrar los datos a una plataforma pública y de libre acceso.
Para lograr un despliegue responsable de infraestructura hidráulica en México:
- Las grandes obras de infraestructura que permitan llevar volúmenes razonables desde los lugares donde sobra el agua hacia donde falta deben ejecutarse respetando las limitantes naturales del ecosistema, así como la dignidad y los derechos de las comunidades locales.
- Debemos favorecer las grandes obras que conviven y se basan en la naturaleza como alternativas para lograr cambiar el paradigma de desarrollo de los últimos 80 años en el sector hidráulico.
- Debemos resolver la falta de profesionistas del agua, apoyando y trabajando en conjunto con las instituciones que están formando a la juventud en carreras técnicas y administrativas relativas al ámbito. Por otro lado, para los profesionistas activos en el sector crearemos un programa nacional para el intercambio de conocimientos y personal entre las entidades operadoras de agua en el país.