La recuperación de los sectores estratégicos, como la generación de energía y la producción de combustibles son ejes de esta administración.
CIUDAD DE MÉXICO (Sentido Común). – La soberanía energética de un país es el derecho de su pueblo a decidir sobre la generación, distribución y costos de su energía.
Este día el presidente Obrador recordó la necesidad de avanzar en la recuperación de los sectores estratégicos para asegurar dicha soberanía y el futuro.
Antes del auge neoliberal el país contaba con seis refinerías de petróleo con lo que gozábamos de autosuficiencia en gasolina y diésel, es decir: extraíamos nuestro crudo, lo refinábamos y lo consumíamos en forma de combustible sin tener que comprarlo caro a Estados Unidos y atenernos los caprichos de su mercado.
No obstante, se entregó esa soberanía a intereses extranjeros y privados que priman la ganancia: nos ven como clientes y a la naturaleza como materia para explotar.
Se descuidaron las refinerías que terminaron produciendo a un 30% de su capacidad y no se construyeron otras, más que una barda.
¿Cómo fue posible que una potencia petrolera como México terminara comprando gran parte de su combustible al extranjero sin producirlo con sus refinerías al máximo?
Porque se entregó la soberanía, es decir, la capacidad de decidir autónomamente y vivimos en una dependencia energética que ha asfixiado el desarrollo.
Hablar de soberanía energética no es una moda sino que es un concepto vital para cualquier nación.
En ella va su capacidad de afrontar desajustes o crisis de suministro como la que sufrimos en 2021 cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott suspendió la entrega de gas a México debido a que se congeló parte del equipo industrial por las heladas y el gobernador ordenó detener el suministro al extranjero hasta que no resolviera el problema interno.
¿Consecuencias? Apagones en seis estados del país y afectaciones millonarias que tuvo que afrontar el gobierno.
Sin energéticos a la mano, en una cadena de suministro controlada un país se puede paralizar, porque toda la industria utiliza energía, los hogares emplean gas y electricidad, los hospitales, las escuelas, los centros de trabajo y en lugares del país donde los climas son extremos la energía significa supervivencia.
Una vez asegurado el suministro el siguiente problema son los precios. Si el país no tiene el control de los costos estaremos en manos del marcado y de los privados, como sucede actualmente en algunas zonas de países como España, cuya empresa nacional de energía se privatizó y las grandes corporaciones controlan los precios.
Subastan el precio que varía por segmentos y no se sabe cuánto aumentará el vatio-hora a lo largo del día, por lo que se intenta lavar ropa en la madrugada, estudiar en los parques para evitar gastar de más en luz y cambiar drásticamente la rutina de los afectados para adaptarla al precio en constante cambio.
Las reformas de AMLO han tomado las siguientes decisiones, entre otras:
La última refinería de combustible del país se había inaugurado en 1982 en el puerto de Salina Cruz, Oaxaca.
40 años después, hasta la llegada del presidente Obrador al fin se construyó una nueva, la Refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco.
Además se adquirió otra en Deer Park, Texas EEUU y se invierte en el rescate de otras 6 refinerías.
¿Todo este esfuerzo para qué? Para que dejemos de comprar tanta gasolina cara al extranjero y produzcamos la nuestra para distribuirla al país a menores costos. Para que dejemos de depender de los Estados Unidos, sus caprichos y crisis.