Hay una enorme posibilidad de que por primera vez desde Lázaro Cárdenas un proyecto de izquierda logre mantenerse al filo en el poder durante dos periodos presidenciales al menos.
Sentido Común: En este número estamos analizando lo que cambió este sexenio. Entre ello, observamos que las relaciones entre el ejecutivo y otros poderes se transformaron de manera muy importante. En particular, ¿consideras que hay modificaciones en los partidos políticos?
Alejandro Páez: Una de las cosas interesantes que sucedieron en este sexenio y que, por supuesto todavía falta que terminen de consolidar, pues no hemos visto el capítulo final —todavía le quedan 13 meses al presidente—, es justamente el fin de la simulación que se dio históricamente en la relación entre los partidos.
Creo que cualquier mexicano debe de agradecer que ahora mismo nos quede claro que dos partidos políticos, y más partidos políticos, pero dos en particular, jugaron a estar en oposición en lo público, cuando en lo privado tenían acuerdos convenientes para beneficiarse ellos, pero también para mantener un estatus quo que beneficiaba a élites.
Las élites a su vez permitieron, impulsaron y dieron “legitimidad” a un sistema básicamente bipartidista —PRI y PAN— porque en el fondo les garantizaban mantener un sistema de privilegios que les permitió básicamente obtener réditos.
Es decir, en la medida en que PRI y PAN se prestaron para estarse compartiendo el poder, en esa medida esas élites mantenían los privilegios porque eran parte de lo mismo, y al mismo tiempo se simulaba un sistema democrático que, en el fondo, dejaba a las minorías fuera. Entonces, lo que vimos en este sexenio es muy interesante porque finalmente López Obrador obliga al PRI y al PAN a terminar con la simulación y los obliga y los conduce a que se unan electoralmente y terminen con esta farsa que mantenían por décadas de que eran dos cosas distintas. La manera en que el presidente los empujó a estos partidos y a sus dirigencias a fusionarse en una misma fuerza electoral termina por desenmascarar a estos partidos políticos y a los acuerdos que los mantenían en el poder y a las élites con los privilegios. Y eso es una aportación que México debe agradecer.
Sentido Común: ¿Cuál es la situación más o menos sintetizada o resumida de la sucesión presidencial?
Alejandro Páez: Como hemos visto, el país se ha dividido en dos polos, hay muchos que creen que esta división de dos grandes polos no es tan conveniente y le llaman “polarización”.
Yo, sin embargo, sí creo que estos dos polos que han estado disputándose el poder de manera desigual deberían abrirse y mostrarse como lo que son, y creo que eso va a tener un impacto muy importante en la sucesión presidencial.
En realidad en 2024 vamos a tener a dos candidatos —vamos a dejarlo en candidatos, mientras no se decide Morena—, se va a decidir entre dos candidatos de dos polos que representan dos proyectos de nación, distantes, contrapuestos. Y uno de los proyectos ha estado en el poder durante los últimos 100 años al menos, que es la derecha: salvo el período del presidente Lázaro Cárdenas y ahora desde 2018 Andrés Manuel López Obrador, en realidad México ha estado en manos de un mismo proyecto disfrazado y muy hábil, que es el proyecto de la derecha.
No existe en México un proyecto más triunfador, más hábil que la derecha, porque se ha mantenido en el poder simulando que atendía las causas de la revolución y atendía los postulados de la revolución al mismo tiempo que le daba la espalda a los obreros y los campesinos. Y, dicho de manera puntual, el PRI y el PAN —salvo este periodo en particular que menciono— respondieron a las élites, a las clases privilegiadas.
Y creo que lo que vamos a ver primero en la sucesión del 2024 es que hay dos proyectos claros y que la hipocresía ha establecido que se trata de la derecha y la izquierda y ya no se puede ocultar más esto. Entonces ahí, de entrada, ya es inédito, y lo segundo que creo yo que veremos es que sí hay una enorme posibilidad de que por primera vez desde Lázaro Cárdenas un proyecto de izquierda logre mantenerse al filo en el poder durante dos periodos presidenciales al menos. Lázaro Cárdenas termina su mandato y ahí termina también un periodo de la izquierda en el poder, pero ahora por primera vez es probable que la izquierda se mantenga 12 años, es muy probable que se mantenga dos periodos presidenciales, si es que los números hasta hoy son ciertos.
Sentido Común: ¿Qué peligros vez para esta posibilidad tan fuerte de que se siga con el proyecto de la cuarta transformación en el siguiente sexenio? ¿Qué peligros vislumbras en el camino?, porque fácil tampoco va a ser.
Alejandro Páez: Mira, yo creo que el sistema de partidos como lo conocimos está completamente derrotado. Yo no veo la posibilidad de que desde los partidos políticos de oposición venga un riesgo para el proyecto de izquierda que está instalado ahora mismo en el poder, yo veo ahora mismo dos riesgos reales, pero no tienen que ver necesariamente con los partidos de oposición.
Uno es que la operación de los grupos, de los poderes de facto, se salga de control, que se ponga más virulenta. porque ya la Suprema Corte, el poder judicial, está operando uno de los proyectos, es decir: el aparato de justicia está en manos de la derecha y ese es un riesgo real, si consideramos que hay un núcleo empresarial, que hay un grupo mediático y que también hay grupos de intelectuales que están operando en contra del proyecto de la izquierda, ese es un riesgo.
El segundo riesgo que yo veo es desde adentro, que problemas reales que se deben resolver no se resuelvan y se provoque un desencanto. En particular puedo decir tres temas que pueden provocar este desencanto y que sí urge que la izquierda resuelva: uno es la inseguridad, el segundo es el tema de la impartición de justicia (la Fiscalía es un fiasco y además tienes jueces muy corruptos) y el tercero es la corrupción, que no funcionen los controles de la corrupción una vez que se haya ido el presidente López Obrador y que no existan los mecanismos para contener la corrupción en un país que está acostumbrado a los corruptos.