El 5 de noviembre de 2024 la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, acompañada de su equipo de salud, presentó el programa de trabajo del sector salud para su sexenio. La implementación de este plan forma parte de un proceso de transformación del sistema de salud mexicano iniciado en 2018, con la creación de los Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar, conocidos como IMSS-Bienestar, y la federalización de los servicios de salud estatales, cuyo objetivo final es contar con un sistema de salud público, gratuito y universal.
El plan de Sheinbaum se centra en el modelo de atención primaria de salud y prioriza cuatro ejes: la prevención y promoción de la salud, la mejora de la calidad en la atención médica, la modernización del sistema de salud y la equidad en el acceso a los servicios. Con una visión integral de salud positiva, busca no sólo prevenir enfermedades, sino también mejorar la calidad de vida y promover el bienestar de la población.
Un pilar clave de esta estrategia es el fortalecimiento del IMSS-Bienestar como eje rector para la atención médica en virtud de personas sin seguridad social. En este ámbito, se ha lanzado una campaña masiva de contratación de personal médico y de enfermería bajo el programa Médicos y médicas del Bienestar. Además, se ha implementado un plan de diagnóstico y reequipamiento de hospitales y clínicas, cuya continuidad está garantizada. Esto incluye también el programa comunitario “La clínica es nuestra”, enfocado en mejorar la infraestructura de las unidades de salud con la participación activa de las comunidades.
Sin embargo, lo que más destaca de este plan es que, en un claro ejercicio de toma de decisiones basadas en evidencia, responde a las recomendaciones de política formuladas por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), a partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2024. Esta encuesta identificó varios problemas críticos, como los largos tiempos de espera, los horarios limitados de atención, la falta de personal y las bajas coberturas de vacunación, además de señalar deficiencias en la atención a enfermedades crónicas.
El programa aborda estos desafíos con medidas concretas: ampliación de horarios de atención, contratación masiva de personal médico, fortalecimiento de las cadenas de suministro de medicamentos y unificación de protocolos médicos para garantizar una atención uniforme y de calidad en todo el país. Este enfoque no sólo refleja un compromiso con mejorar el sistema de salud, sino que también subraya la importancia de la colaboración entre instituciones, investigadores, la población y el gobierno como una vía efectiva para construir un sistema más equitativo y eficiente.
Para alcanzar estos objetivos, el programa presentado establece cinco metas clave: 1) priorizar la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la vacunación a lo largo de la vida; 2) mejorar la calidad de la atención médica y reducir los tiempos de espera; 3) fortalecer al IMSS-Bienestar para asegurar atención para las personas sin seguridad social; 4) garantizar que todas las clínicas y hospitales cuenten con los medicamentos, insumos y equipamiento necesarios para atender adecuadamente a la población, y 5) modernizar e integrar el sistema de salud para que cualquier persona pueda recibir atención en cualquier unidad del sector público.
El programa de Sheinbaum promete transformaciones clave, pero también enfrenta grandes desafíos, especialmente en la unificación del sistema de salud público. Desde su creación en 1943, el sistema mexicano de salud ha estado fragmentado: cada institución tiene su propio modelo de afiliación, financiamiento y administración. Esta división ha generado desigualdades en el acceso a los servicios, pues la atención depende de a qué institución esté afiliado el paciente, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o el mencionado IMSS-Bienestar, entre otras.
Unificar estas instituciones es un reto monumental, pero esencial para lograr un sistema más eficiente y equitativo. La propuesta de integrar todos los servicios bajo un mismo esquema permitiría una mejor asignación de recursos, evitando duplicación de esfuerzos y garantizando que todos los ciudadanos reciban atención médica, sin importar su afiliación. Sin embargo, para hacer realidad esta integración se necesita una coordinación excepcional entre los niveles federal, estatal y municipal, así como la superación de la resistencia al cambio en las mismas instituciones.
Uno de los mayores retos del plan de salud es garantizar un financiamiento sostenido. En un contexto donde los recursos públicos ya enfrentan múltiples presiones, será esencial priorizar la salud en el presupuesto nacional para asignar los recursos necesarios, así como una ejecución eficiente para optimizar el alcance presupuestal. Además, la transición hacia un modelo unificado exige reestructurar los esquemas actuales de financiamiento, hoy fragmentados entre distintas instituciones. Este proceso requiere no sólo reformas legales y una visión estratégica, sino también un consenso político amplio que asegure la sostenibilidad financiera del sistema a largo plazo.
El programa de salud presentado por el equipo de la presidenta marca un paso en la continuidad de la transformación del sistema de salud mexicano. Con un enfoque claro en la prevención, el fortalecimiento del primer nivel de atención y la modernización tecnológica, el plan pretende atacar de raíz problemas históricos que han afectado la calidad y accesibilidad de los servicios de salud durante décadas. Esta priorización de la prevención no sólo mejorará la salud pública, sino que reducirá a largo plazo los costos asociados a enfermedades crónicas y complicaciones prevenibles, lo que aliviaría la carga sobre el sistema y mejoraría los indicadores de salud de la población.
Un aspecto sobresaliente del proyecto es su compromiso con la inclusión, especialmente hacia grupos vulnerables, como las personas con discapacidad. Este enfoque refuerza el objetivo de garantizar una atención equitativa para todos. Asimismo, el fortalecimiento del IMSS-Bienestar como el eje principal para atender a quienes no cuentan con seguridad social es una estrategia clave. Este esfuerzo busca asegurar que, independientemente de su situación económica o afiliación institucional, todos los mexicanos puedan acceder a servicios médicos de calidad, consolidando así un sistema de salud más justo y universal.
A largo plazo, si se logran implementar estos cambios, se podría ver un sistema de salud más justo, equitativo y eficiente, capaz de atender a la población sin importar su lugar de residencia, trabajo o afiliación a una institución específica. Esto podría significar, por ejemplo, que una persona pueda recibir atención médica gratuita y de calidad en cualquier clínica pública. Esto es crucial, ya que actualmente muchas personas en áreas rurales o comunidades marginadas deben desplazarse largas distancias para recibir atención médica. Con un sistema integrado, los tiempos de espera podrían reducirse, los recursos se distribuirían de manera más equitativa y los pacientes recibirían atención médica de mayor calidad y eficiencia.
En última instancia, alcanzar la cobertura universal y gratuita sería una conquista trascendental para México, consolidando el derecho a la salud como una realidad tangible para toda la población.