La batalla maestra

Columnas Plebeyas

Este domingo 4 de junio se llevarán a cabo elecciones en Coahuila y Estado de México. Aunque con una importante distancia geográfica entre entidades, ambas elecciones comparten el denominador común de que librarán una contienda histórica contra uno de los partidos hegemónicos que dominó la política estatal durante los últimos decenios. 

Me concentraré en la elección histórica para decidir quién será la próxima gobernadora del Estado de México: la batalla maestra. Esbozo algunos de los puntos que hacen de esta una elección tan trascedente y que nos colocan en un lugar único.  

En primer lugar, es la primera vez que, después de la elección del 2017, se presenta de nueva cuenta una oportunidad real de que los mexiquenses terminen con el reinado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en su entidad, gobernado casi 100 años por una élite cuya rotación se pactaba con anticipación para finalmente favorecer a los mismos, incluso las mismas familias, el mismo grupo. No se había vislumbrado una oportunidad tan clara de cambiar por completo el régimen oligárquico de siempre. 

En segundo lugar, como dice Violeta Vázquez Rojas en un texto publicado en Milenio: “Delfina es única porque se parece a todos”. Esta afirmación tan sencilla, referente a la candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura mexiquense, Delfina Gómez, dimensiona lo que se está disputando en esta elección. Por primera vez en años tiene posibilidades casi irrefutables de ser gobernadora una mujer sencilla, de abajo, maestra, texcocana, que no estudió en el extranjero y que no tiene un apellido rimbombante. Una mexiquense, pues. Del pueblo, que da opciones a quienes desde hace casi 100 años parecían estar destinados a ser gobernados por el mirreinato de siempre. 

En tercer lugar, este 4 de junio los mexiquenses van a elegir entre dos grandes proyectos, uno que representa el conservadurismo, la corrupción, el despojo, la mentira, el enriquecimiento a costa de lo que sea, y otro que representa la cercanía, la sencillez, el beneficio colectivo. Todo esto se ha podido ver en la campaña: la de la candidata del PRI, Alejandra del Moral, ha sido esquizofrénica, hablando del pasado como si no tuviera responsabilidad alguna en alcanzar el punto en el que estamos, y del futuro como si, con todo y su marea rosa, de veras representara algo distinto, al punto incluso de negar su propio partido, porque el rojo, blanco y verde, que a mucha deshonra han usado, ya no les resulta redituable, y menos en contubernio con el amarillo y el azul. Incluso alojados en el rosa “apartidista” e “imparcial”, parece que a estos partidos ya no les alcanza para solventar su esquizofrenia evidente. 

Por último, aunque los datos de todas las encuestas parecen favorecer a Delfina Gómez, no es menor lo que la candidata Sin Moral ha dicho incluso en eventos públicos. Imposible olvidar que hace poco comunicó a los militantes de su partido en un acto público multitudinario: “Queremos constancia de mayoría, no de buena conducta”.

Así, lo que esta delincuente confesa parece indicar es que se aferrarán con todas sus fuerzas al mirreinato del PRI en el Estado de México, a pesar de lo que indican las encuestas. No será sencillo para ellos perder su bastión, su cuna, su refugio. Además, el resultado será decisivo para la elección presidencial del 2024. Auguro que la tarea de defensa del voto no será sencilla y aunque esperamos, ante todo, una jornada pacífica, habrá que estar atentos a cada momento de su desarrollo. 

El domingo, pues, se librará la batalla maestra.

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